Una izquierda criolla-eurocéntrica que precisa autocrítica
“EN EL ESPACIO, NADIE ESCUCHA SU GRITO”
Por: Javier Lajo
Así rezaba el eslogan que acompañó el
marketing comercial de “Alien: el Octavo Pasajero”, la famosa película
protagonizada por Sigourney Weaver, que en el año 1979 hizo su aparición para
ocupar desde ese año las pantallas del cine-terror. Se trataba de un
extraterrestre polizón (monstruo), cuyos intentos de “comerse” a toda la
tripulación y penetrar al planeta Tierra, eran cada vez más posibles dada su
perfección predadora, y además “ayudado” por las angurrias de la empresa
transnacional-transplanetaria, con ansias de “importar al bicho” para sacarle
algún provecho comercial.
Tan igual, como “predadores
extraterrestres” aparecen los que pretenden o han pretendido “andinizar” a la
izquierda peruana. Así, a Edmundo Murrugarra, en el “espacio de la izquierda”
nadie lo escucha o nadie quiere escuchar su grito, ese grito “arguediano” de:
“Yo no soy un aculturado”, dicho en la Conferencia sobre los 100 años de José
María Arguedas y su remache:"…la tragedia de nosotros, es que estábamos
orgullosos de ser marxistas-leninistas...".
Suponemos que ese “nosotros”, hacía
referencia a todos los reunidos allí, o a todos los que celebraban los 100 años
del aniversario de Arguedas. O, tal vez (?) hacía referencia a toda “la
izquierda peruana”… solo Edmundo lo sabe; lo cierto es que lo dijo y quedó
filmado y publicado en Yuo Tube:
http://www.youtube.com/watch?v=ZmgKcC_5znw ; tal y cual
reza la frase.
La izquierda peruana –para relanzarse-
necesita que se hagan las imprescindibles autocriticas respectivas sobre las
décadas pasadas, y se tiene que explicar por qué se pasó de ser la segunda
fuerza electoral en las elecciones de 1995, a quedar en la atomización más
absoluta en los últimos años, hasta hoy que ha sido cruelmente “trapeada” por
un ex militar desubicado y tramposo, que ha usado a la izquierda como peldaño
para encaramarse en la Presidencia del país. Sin embargo salvo algunos mea
culpa de ciertos dirigentes de segundo orden, ninguno de los partidos de
izquierda (que aún existen) ha realizado una auto crítica como debe ser, y
menos una rectificación de ningún tipo. Al parecer nadie sabe qué es “ser de
izquierda”, y nadie lo quiere saber ¿qué hizo la izquierda en el Perú hasta
hoy? La presencia de cuadros y personajes progresistas y democráticos en la
CVR, hizo que su informe final tenga un tufillo de “autocrítica izquierdosa”,
con cierta culpa vergonzante por la aparición y presencia de SL en su vientre mismo,
¿funcionaremos todos con el mismo “chip”?. Otros, marginales a las cúpulas
mayoritarias o hegemónicas, como Ricardo Lets (del Comité Malpica) o Beto
Adrianzén del desaparecido colectivo “ciudadanos por el cambio”, han intentado
sin resultado alguno, tímidas autocríticas en textos de mayor o menor
extensión. Tampoco sostengo que una autocrítica tenga que culminar
necesariamente, en un ‘renegar’ del marxismo-leninismo; ni mucho menos, creo
que la tozudez y dogmatismo de Movadef-SL al afirmar que “el marxismo está
vigente”, tenga que ser parte de las conclusiones de una real y profunda
autocrítica de la izquierda peruana.
El marxismo como herramienta de análisis
y de cambio, debe ser ubicado en su sitio, pues es útil en ciertos espacios,
momentos y circunstancias, pero hay que olvidar y destruir aquella perversión
teórica que dice que el marxismo es una “ciencia” que sirve para todo
(verdadero “chip” cerebral enajenante que aún es impartido en los colegios y
universidades, especialmente por maestros del SUTEP), esta “deformidad”
pedagógica, ha sido y está siendo usada en especial como sustituto de la
“identidad histórica” de los peruanos, ¡perversa ocurrencia de los
aculturados!, que nos ha costado el “rio de sangre” reciente de los 70,000
muertos que re-contó la CVR, la mayoría indígenas.
Pienso que hasta los militares, como
institución, aprenden más rápido que los intelectuales de la izquierda, las
lecciones que la historia última nos ha dado, y esto es muy fácil de
argumentar. Cierto es que la experiencia del “Plan Inka” y del Gobierno Militar
de Velasco Alvarado, fue el resultado de la presión ejercida sobre las FFAA por
las guerrillas de los años 60, donde los oficiales de nuestras FFAA tuvieron
que procesar el porqué de la necesidad de las reformas que su jefe supremo, el
general Juan Velasco llevó a cabo, no precisamente con procedimientos muy
“democráticos”, es por esto que la izquierda caracterizó al período velasquista
como de “reformista burgués” o de “bonapartista”, etc, pero dándole validez “revolucionaria
burguesa”. Pues bien: Si las “románticas guerrillas” de los 60 produjeron estos
“radicalismos revolucionarios” en las FFAA, pregunto: ¿Qué reacción ha podido
producir a las FFAA el fanatismo despiadado y dinamitero de SL, que ha arrojado
destrucción y muerte ampliando, la violencia de los 60s, por mil? La respuesta
es fácil, es una sola y está a la vista: el “humalismo”, con todas sus
variantes y secuelas: El llamado “etno-cacerismo”, el “etno-nacionalismo”, su
encarcelado “incendiario” (con vocación de bombero), la “mariconada” de
Ollanta, el “nadinismo”, la familia “dividida y enfrenada”, etc. Toda una gama
de “productos” con el mejor marketing (andino-andahuaylino), pero finalmente
todos sub-productos del “humalismo” ofrecidos al mercado como un gran y el
mejor psicosocial…, ¿Montesinista?, quién sabe, para el caso no importa, lo
cierto es que funciona, Ollanta está en el gobierno y está sirviendo como un
peoncito a los planes de las multinacionales y al neoliberalismo, lo hizo antes
el farsante Toledo, (el “amigo” de Bush). Igual, la CIA adiestró a Montesinos y
lo usó hasta que con su socio Fujimori, quisieron pasarse de listos y
comenzaron a crear “su negocio propio”, estableciendo su cartel coquero y
vendiendo armas a las FARC; parecido caso pasó con Bin Laden y Al Qaeda, en
Afganistan. Estos son “experimentos” a lo Frankeinstein, donde los titiriteros
no saben si sus monstruosas creaciones, se van a independizar o no. Pero, pese
a quien pese, ahora las FFAA están gobernando en la sombra del humalismo, con
dizque la “esperanza” que reza el párrafo final del prólogo del último libro de
Antauro Humala, que dice que: “… Ollanta desde la presidencia, buscará que
corregir el plan de la hoja de ruta, impuesta por la derecha”.
El maestro Basadre lo dijo alguna vez,
pero Bryce Echenique lo puntualizó con más ganas en La República del 19/07/92
al escribir que la derecha peruana es “estúpida, amnésica, ignorante, ciega,
mezquina, racista y barata” y además que no tiene proyecto; pues yo creo que la
izquierda es peor, sin ofender, y esperar que haga conciencia de la necesidad
de una autocrítica colectiva es muy difícil. Sin embargo, no todo está perdido,
tal como queremos afirmar en este artículo, hay excepciones que despiertan
esperanza de autocrítica y rectificación, gente como Murrugarra, y casos como
el viejo luchador Hugo Blanco, que no ha hecho una auto critica, pero que con
su persistente periódico “Lucha Indígena” y su presencia en la contienda contra
la minería predadora, da testimonio de su rectificación, o también grupos como
“Pueblo Unido” que afirman abiertamente que luchan contra su propia
“colonización mental”.
Pero vale lo dicho por ese verdadero
“Alien” Murrugarra gritando en el espacio vacío, donde nadie escuchará su
grito, salvo si ese grito se llega a convertir en una autocrítica completa y
colectiva de la izquierda…¿Qué se necesita para ello?, lo dice Edmundo:
"tenemos que definir, cual es el tronco y cual el injerto...el caso de
J.M. Arguedas el tronco es la cultura andina-amazónica, allí se injerta lo
europeo, lo chino...tenemos nuestra escuelita que es un tormento...tísica,
palúdica". Ya antes, el célebre antropólogo Tom Zuidema en una antevista
hace más diez años, contestaba a las preguntas del exministro de Cultura Juan
Ossio, así: “Como holandés, descendiente de estudiosos coloniales, me parece,
en cierto modo, que el Perú es un país colonial; hay gente de una cultura
occidental que gobierna a pueblos completamente distintos, y si no se puede
hacer de Lima “una república independiente”, entonces hay que resolver el
problema de estudiar mejor las cultura fuera de Lima. Quizás esto es una
contestación un poco simplificada y no muy científica pero me parece que llega
más a las bases donde el problema es mucho mayor que en Ecuador y Bolivia. Y
también, me parece casi imposible occidentalizar todo el país, como en
Argentina. Creo que es mejor tomar una actitud a la manera de Suiza. De
adaptarse al país y no adaptar todo el país a lo que es Lima”.
En esta declaración, Zuidema, les dice a
“las minorías” de cultura occidental, que gobiernan colonialmente al Perú desde
Lima, que lo mejor sería hacer de Lima una “república occidental
independiente”, pero como esto “no se puede”, (creo que en realidad quiso decir
“pero como el colonialismo no se puede dejar de ejercer” ) será mejor que los
criollos estudien bien a sus colonizados, porque el problema es mucho mayor que
en Ecuador y Bolivia (periferia del colonialismo virreinal criollo) porque “me
parece casi imposible occidentalizar todo el país”. Más claro no canta un
gallo, menos un gallo europeo experto en colonialismo.
Bueno, desde esta premisa podemos
comprender la propuesta y acción misma de J.M. Arguedas: Escribir sobre el
mundo andino, sobre los indios, de tal forma de crear un interlocutor que
piense en quechua pero hable en castellano, que signifique una puerta de
dialogo intercultural y un “paraguas” o espacio político “plural” o
“plurinacional”, donde los “indios” puedan ser reconocidos y legitimados como
pueblos y como peruanos.
Creo que esta es la tarea pendiente que
José María Arguedas nos ha dejado a los peruanos que distinguimos “cuál es el
tronco y cuál el injerto”, en el decir de Martí y que hoy nos lo recuerda
Murrugarra. Es el mestizaje digno (el de la identidad andino-amazónica) por el
que luchamos los peruanos que buscamos legitimidad, y que no queremos seguir
siendo in-visibilizados como “Aliens”, en el espacio autista del criollo
peruano, y más aún de la izquierda criolla peruana. Pero los “Aliens” se están
multiplicando, cada vez somos más, como en Bolivia y en Ecuador, y en el norte
argentino, y en Colombia, y en la selva Lacandona… y ahora al sur del Biobío.
Sí, creo que la izquierda peruana puede
volver a tener éxito y alcanzar también el “buen gobierno”, pero antes, debe
desarrollar una autocrítica, apuntando principalmente a abandonar su
“criollidad” (eurocéntrica) y a su pensamiento colonial, más que a su
caricatura de “marxistas-leninistas”, que es la careta instrumental con que
muchos, esconden su anomia, pues cometieron el gran error de poner la
herramienta o “ciencia” del marxismo en el lugar correspondiente a nuestra
identidad histórica, porque: “Sin el indio, no hay peruanidad posible” (J.C.
Mariátegui), a lo que habría que puntualizar: El indio, como eje y cimiento de la
peruanidad.